lunes, 21 de octubre de 2013

Son las 3:23 pm de un día lunes. Tengo mucho sueño, estoy cansada, cansada de nada. Hoy fui al hospital, vimos un caso de una niña de 13 años que intentó suicidarse con acetaminofén e ibuprofeno y otros. No quiero que de la primera cosa que hable en este diario sea de suicidio, pero es lo que me puse a pensar el día de hoy, hoy cuando estábamos entrevistando a esta niña. Se me hace verdaderamente difícil ponerme en la situación de ella y pensar en qué pudo haberle pasado por la cabeza para que haya querido acabar con su vida. Traté de considerar que la persona en esa situación hubiese sido yo, e imaginé qué podría llevarme a querer morirme, no llegué a muchas conclusiones. Podría ser desde un simple berrinche por no querer presentar un parcial, como en el caso de la pequeña de 13 años (al parecer, uno nunca sabe), o podría llegar a ser algo realmente importante. No voy a negar que he pensado en el suicidio, y lo considero un acto de valentía, sé que muchos no están de acuerdo, pero no creo que sea cobardía el hecho de ser capaz de agredirse uno mismo, requiere en primer lugar tomar la decisión, en segundo lugar ejecutar la acción y en tercer lugar poder llevarla a cabo sin arrepentirse durante el proceso. Esto quiere decir que es un acto de determinación y de necesidad de cambio. Con lo que si estoy de acuerdo es que es ciertamente egoísta, pues en el mundo una gran mayoría de personas tienen a alguien así sea solo una persona que lloraría su muerte. No sé porqué estoy hablando de esto, no planeo suicidarme ni nada por el estilo,  sólo que a veces pienso que es otro camino, otra alternativa. Me estaba olvidando del tema de la religión, soy católica y no debería pensar de esta manera, supongo que tendré que informarme acerca de las razones que tiene la biblia para excluir el suicidio como opción.
Hablando de otras cosas, tengo un conflicto interno que me ha martirizado la mente desde hace mucho tiempo. Hoy estábamos con la Dra. atendiendo a una paciente adicta al cigarrillo, la Dra. se fue y me dejó encargada de la consulta, comencé a interrogar a la señora acerca de su problema, y ella ha tomado una actitud grosera. Inmediatamente entendí de qué se trataba, ella se puso así porque no confiaba en mi capacidad de hacer una correcta anamnesis, esto se debe a que doy la impresión de ser mucho más joven de lo que soy. Pareciera que tuviese (lo siento, me gusta mezclar las formas de pretérito imperfecto) un retrato que se tragara toda mi vejez, como el retrato de Dorian Gray. No intento sonar egocéntrica, al contrario, es algo que me ha afectado muchísimo, he llorado por eso. No me gusta que me subestimen por mi apariencia, adicionando el hecho de que soy mujer y estoy en un ámbito machista. Sí, aunque no lo crean el machismo todavía existe, sobretodo en el campo de las ciencias de la salud. Le expliqué a la paciente que debía dejarme hacerle las preguntas y examinarla, que se despreocupara que quien iba a tratarla finalmente era la Dra, que ella ya volvía. Ella me entendió y cambió de actitud, pero en mi cabeza quedó la preocupación de que no quiero que esto sea así el resto de mi carrera, no sé... ustedes saben que uno siempre llega a una especie de solución, y como no puedo cambiarme la cara ni la estatura, lo que haré es modificarla, me voy a maquillar de ahora en adelante y la próxima vez que compre zapatos voy a buscar que sean de tacón. Así sea más incómodo para mi en cuando a lo físico, creo que será más cómodo en cuando a la confianza que inspiro a mis pacientes y en cuanto a mi autoestima.

La muerte está siempre a nuestro lado, y aunque hay que evitarla, no hay que temerle ni darle papaya.




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